Ni en tu casa ni en la mía

El príncipe león Simba y su padre son el blanco de su amargado tío, que quiere ascender al trono.

Ella vive en un mundo mágico en el cual dan a cada niño, en el momento de su nacimiento, un «regalo» virtuoso de una madrina de hadas. El llamado regalo de Ella, sin embargo, es la obediencia. Estos derechos de nacimiento se demuestran para ser completamente la maldición una vez que Ella se encuentra en las manos de varios caracteres poco escrupulosos que completamente literalmente no puede desobedecer. Decidido de ganar el control de su vida y decisiones, Ella sale en un viaje para encontrar a su madrina de hadas que espera levantará la maldición. El camino, sin embargo, no es fácil – Ella debe burlar un montón de obstáculos desagradables incluso ogros, gigantes, malas hermanastras, elfos y malo tío del príncipe Charmont, que quiere asumir la corona y gobernar el reino.

Emma, la hija de Lana, regresa de Londres y anuncia que se casará el próximo mes. Las cosas se complican cuando Lana se entera de que el hombre que le robó el corazón a Emma es el hijo del hombre que le rompió el suyo hace años.

Nacho es un hombre sin talento. Se crió en un monasterio en México del que ahora es el cocinero, pero no parece encajar. Nacho quiere a los huérfanos para los que cocina, pero todo lo que hace sabe fatal. Según él, porque tiene una pésima materia prima. Se da cuenta de que debe ingeniárselas para cocinar algo mejor para los pobres huérfanos (y de paso, impresionar a la preciosa hermana Encarnación). Se le ocurre la idea de ganar dinero convirtiéndose en luchador de lucha libre y descubre que tiene un don innato.

Monty (Ryan Reynolds) lleva años trabajando como camarero en un restaurante; el futuro no le preocupa lo más mínimo. No es el mismo caso el de su compañero Dean (Justin Long), que empieza a cuestionarse su trabajo como camarero como un callejón sin salida. La ex-novia de Monty, Serena (Anna Faris), trabaja también con ellos en esa cocina de locos. Junto a sus chiflados compañeros pasan los días entre platos, pedidos y comida, tratando de pasárlo lo mejor posible.